miércoles, 21 de julio de 2010

El dedo que acusa está aprendiendo a gatillar

El título de esta nota pertenece a una obra de teatro del genial profe (de teatro) Roberto Giordano. Alla por el año 1999 en el viejo Molino Del Plata presentamos la obra e interpreté a una joven que envejecía junto a su pareja, la sociedad los devoraba en el consumismo y la incomunicación, llegando al límite del suicidio. Pues hoy, este título se me vino a la memoria al hablar tanto de la legalización del casamiento igualitario. Es muy difícil conversar de esto sin estar en el cuerpo y en la mente de un homosexual, sin poder siquiera sentir o palpitar, latir en el corazón de estos seres. Por más que querramos, los que estamos de un lado jamás llegaremos a entender al corazón de una persona que elige otra cosa, que desea, siente, busca y encuentra lo distinto. No nos podemos basar ni en lo científico, ni biológico, ni psicológico o psíquico. Algunas bestias humanas comparan la homosexualidad con la esquizofrenia. Hablan de un problema hormonal que tiene "cura". A ver, el amor ¿tiene cura?, el deseo sexual ¿tiene cura?... Muchos poetas nos contaron que el amor y el deseo son enfermedades del alma, que causan dolor, angustia, que el verdadero amor es eso, es sufrir y también emocionarse, ser feliz, sentirte vivo. Pero dije que eran poetas, y claro está que podemos mencionar todos estos síntomas metafóricamente. Y es que en realidad, cuando amamos de verdad sufrimos, nadie quiere que esto sea así, pero amar profundamente no siempre significa "me saqué la lotería", "se acabaron los problemas de mi vida", "mi vida es color de rosa", "la vida me sonríe". No es así. No creo que un hombre o mujer elijan ser discriminados, rechazados, observados, señalados con el dedo acusador, tildados de pecadores, fuera del sistema, expuestos a burlas y comentarios de todo calibre. Es una pena que no sepamos admirarlos, que no sepamos que un homosexual o lesbiana tienen una sensibilidad enorme, son seres que elijen amar, que son buenos (conozco a muchos que son de buena madera), que no lastiman, que tienen sus caídas y momentos de oscuridad como todos, porque son humanos, porque viven, sufren, se equivocan, aprenden de sus errores, porque aman, porque lloran y ríen, porque abrazan y desean vivir. Porque nacieron y tienen un alma que busca lo distinto, porque no son especiales, simplemente son naturales. Porque en el reino animal y vegetal la sexualidad también tiene matices y nadie se queja por eso. Entonces, dejemonos de joder con un tema que existe desde que el hombre es un ser pensante y racional. Hace mucho más de 2000 años que vivimos con seres homosexuales. Por qué vemos como algo cotidiano y ya no nos espantan aberraciones tremendas como la violación a niños y niñas por parte de sus adultos padres y madres; maltrato, desnutrición y abandono infantil, y obviamente una lista que no termina y que a mí lamentablemente dejó de asustarme hace mucho tiempo. Por qué no hacemos una marcha céntrica todos los santos días para pedir justicia hacia estas víctimas de violencia y maltrato. Qué nos ocurre que nos asombra y escandaliza un beso homosexual y nos es indiferente si asesinan a mi vecino para robarle el celular. Nos asomamos todos los días a un noticiero audiovisual y parece un show dramático y sangriento, pero cuando acaba, cambiamos de canal o me voy a dormir lo más pancho, y aceptamos que esa realidad mientras no nos toque está todo bien.
Me gustaría que todos los que hoy rechazan a los gay piensen un segundo en esto: que tal si tu hijo, tu hermana, tu papá, tu tía, tu primo o tu mejor amigo, jamás te dijo que siente distinto, que te mintió todos estos años para no lastimarte, que sufre en silencio tus burlas ignorantes de su situación. Qué tal si te dice "te amo" no me rechaces, entendeme, cuidame, conteneme porque solo o sola ya no puedo seguir. Te necesito, no me dejes, finalmente nunca dejé de quererte y si te pasara a vos yo te abrazaría eternamente y sin dudarlo lucharía a tu lado porque simplemente te quiero y no puedo evitarlo. Si todos pensáramos un segundo en esto, pues tal discusión no hubiese existido nunca.

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